Siempre he creído en el potencial humano a través de la conformación de redes, porque las relaciones grupales son un ingrediente necesario que contribuye al bienestar e identidad de las personas.
Las redes humanas, en términos generales, surgen de necesidades individuales que convergen en un propósito común y una razón para permanecer unidos y acompañados. Es decir, coinciden en un porqué y un para qué en función de las necesidades que los impulsan, y ahí está su fuerza.
Siendo madre, he experimentado y vivenciado el potencial que tenemos las mamás cuando nos unimos para estar, acompañarnos, escucharnos, vernos, identificarnos desde lo más simple hasta lo más complejo. Sin lugar a dudas, mi confianza y la necesidad de unirme a otras personas me llevaron a coincidir con otras mamás, que depositaron su confianza en mí para formar juntas una tribu, una tribu de bienestar.
En este contexto, siento que es imprescindible nombrar y agradecer a cada una de esas mamás que coincidieron conmigo en este camino, donde sus charlas, sus respuestas, saludos, preguntas, mates, parques, cumpleaños, me acompañaron y me hicieron experimentar lo necesario que es contar con una red de apoyo, donde te puedas sentir identificada en el proceso.